7 ene 2009

Catorce años y un día

A los catorce años y un día he vuelto a La Habana.

Durante mi estancia allí he tenido la oportunidad de gozar del amor y el cariño de mi madre, hermanos, tíos, primos, amigos, vecinos, conocidos y algunos colegas de trabajo. Siempre pensando en que ese gozo hubiese sido más placentero si en aquellos momentos hubiesen estado presentes mi hija, su esposo, mis nietas, hermanos y sobrinos que residen en otro país y por diversas circunstancias no podían estar presentes. Una pena.

Como la mayor parte de los cubanos que no vivimos en la isla… albergo la esperanza que un día toda la familia pueda reunirse y contar las experiencias vividas durante su ausencia de la madre patria. Para ello hay que esperar.

Lo significativo ahora es que a los catorce años y un día he vuelto a La Habana en compañía de mi esposo, que es de origen español y que por primera vez visitaba Cuba. A su llegada al aeropuerto internacional José Martí , quería que yo le explicara lo inexplicable…Nada más y nada menos del por qué a él le permitían por ser extranjero salir inmediatamente del aeropuerto…mientras que yo por ser cubana tenía que hacer una cola de casi dos horas para que me requisaran y pesaran las maletas. A partir de ahí no hizo más preguntas.

La ciudad de la Habana la encontré más deteriorada y sucia con excepción de algunas zonas del casco antiguo y algo del barrio chino de Zanja que han sido remodeladas para la explotación turística.

Las novedades que vi
Una de las cosas nuevas que encontré fueron las llamadas “ CADECA”, que son las casas de cambio de las dos monedas que circulan en la isla; el peso cubano y el CUC , moneda convertible equivalente al dólar estadounidense. Por cada CUC te daban 24 pesos cubanos y viceversa.

La libreta de abastecimiento normada sigue existiendo…aunque ya no es tan imprescindible. En una ocasión acompañé a mi madre a las compras…y sólo había arroz y sal. Dijeron los dependientes que estaban esperando la llegada de frijoles, aceite y azúcar…y las bolsas de leche en polvo para niños y mayores aún demoraban en llegar. Por cierto…cuando salimos de allí y a sólo unos pasos del establecimiento un individuo me propuso le comprara un saco de arroz.

Algo nuevo para mí fueron los puestos particulares de viandas, hortalizas y carne de cerdo ubicados en distintos lugares de la ciudad y que la población puede adquirirlos libremente en pesos cubanos y en CUC, según le convenga a comprador y vendedor.

En la mayoría de los barrios que visité hay tiendas en las que se venden variados artículos de alimentación, artesanía ropa y ferretería por CUC .Y aún existen algunos almacenes del comercio minorista de ropa y ferretería que tienen liberados los productos pero a precios muy altos en pesos cubanos.

Di tú
En distintas zonas de la capital se han instalados los “DíTú”, una especie de quioscos estatales donde se venden bebidas y escasos comestibles en CUC. También existen vendedores de frituras y pan con algo en los portales de las casas. Por cierto…tuve tiempo de escuchar entre las infinitas anécdotas que por esos días recién habían intervenido una panadería clandestina que abastecía gran parte de esos incipientes empresarios.

Hasta que conseguí alquilar un carro particular asequible a mi economía pude moverme en las guaguas de las rutas P-4, P-5 y otras que afortunadamente fueron donadas hace unos meses al país (según me contaron) y que mantienen una importante regularidad en la transportación de la población teniendo en cuenta la situación económica del país.

Es significativo la cantidad de artesanos que exponen sus creaciones en las zonas del Puerto, el Paseo del Prado y el Malecón. Sin embargo, la calidad y originalidad de esa artesanía dista mucho de la que yo conocí en mi país. Puede ser que por la demanda turística, esta artesanía típica se haya llevado al plano industrial y por ello haya decaído su originalidad….aunque existen sus excepciones.

Una grata sorpresa de este viaje es haber visto cómo circulan por La Habana los viejos coches de los años 30 y 50. El ingenio de los cubanos, una vez más, se ha lucido. Han rescatados los cacharros abandonados de garajes y talleres, los han armado con mil inventos y los han puesto a circular llenando de colores y ruidos de motor las calles y avenidas capitalinas. Sin duda algo llamativo y excepcional en estos tiempos modernos.

Nuevos hoteles
Se han construido varios hoteles de lujo y se han remodelado otros. Los precios de alojamiento y servicios son similares a cualquier hotel europeo, según sus categorías. En mi recorrido por el barrio de San Agustín, en el municipio de La Lisa, pude ver la construcción de nuevos apartamentos destinados a los médicos que colaboran con Venezuela y otros países del área.

También me llamó la atención la cantidad de logias religiosas instaladas en los barrios, que en mi opinión, utilizan con marcado oportunismo la desesperación de la gente para captar así a sus fieles. He tenido la impresión que el catolicismo y su sincretismo tan arraigado en nuestra tierra pierden terreno.

Por lo demás…todo sigue igual. Unos trabajando y otros inventando para sobrevivir. Pero aún así los cubanos continúan llenando los teatros, las salas de fiestas, ríen, cantan y bailan al son de cualquier ritmo y en el que seguramente esta el de la esperanza.

A los catorce años y un día he regresado a La Habana y aún me quedan muchas cosas que comentar.

1 comentario:

Perla M. Alcober dijo...

Buzzi, me alegra mucho que hayas vuelto a Cuba. Es cierto, como dijo Carlos Fuentes, que el periodismo es una de las cinco profesiones que nunca se abandonan y tú y Juan Carlos son ejemplo de ello.
Escríbeme y cuéntame si viste a alguien de Rebelde o del ICRT-V. No te pierdas, amiga.
Un abrazo grande,
Perla Marina

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